miércoles, 11 de julio de 2007

La extraña historia de la invención del sostén o sujetador

Si bien fue Pierre Poiret, diseñador de moda francés, quien en 1907 dio forma al primer sujetador, es Mary Phelps Jacob, que siete años después patentó la idea del sostén, arrebatándole a su creador un merecido puesto en la Historia. En 1913, Mary era una joven de 22 años que desea ir a una fiesta, estrenando un hermoso vestido, pero no se resigna a que el corsé reduzca el impacto que busca. Así pues, recurre a su doncella francesa, quien le ofrece una solución, sin saber que su humilde consejo marcará un punto de inflexión sin retorno en el universo de la ropa interior femenina. Con dos pañuelos de seda, una cinta y un cordel, Mary sustituye el antiestético corsé y consigue esa noche ser la reina de la fiesta.Al parecer y aunque es indemostrable, la doncella había escuchado, tiempo atrás, que su compatriota Pierre Poiret, de quien la Historia no ha conocido apenas más datos que su nombre, había diseñado una alternativa al corsé. Tras el éxito arrollador de un invento que Mary se atribuiría sin pudor, las damas de la alta sociedad neoyorquina comenzaron a hacerle pedidos del nuevo y liberador artilugio. Un día, Mary recibió una oferta inesperada de un desconocido, que le ofrecía un dólar por cada sujetador que le entregase.
En ese momento, Jacob perdió su candidez y reconoció por fin el filón que tenía entre las manos. Consciente de que podía convertirse en una gran empresaria, se apresuró hacia la Oficina de Patentes, donde, el 3 de noviembre de 1914, hizo oficialmente suyo el invento bautizándolo como Backless Brassiere (corsé sin espalda).
Convertida en toda una empresaria de la corsetería más rudimentaria, la pequeña Polly creó la marca textil Caresse Crosby. Sus sujetadores alcanzaron una inesperada aceptación social y los pedidos no cesaban. Su poder de sujeción era nulo, pero favorecía la moda de alisar los pechos hasta convertir a las mujeres en muñequitas andróginas. Con todo, la carencia de estrategias de marketing y publicidad hicieron del Backless Brassiere una moda pasajera, y la empresa quebró.
Mary se vio entonces obligada a vender su negocio y la patente a la Warner Brothers Corset Company por 1.500 dólares de la época, una miseria en comparación con los beneficios millonarios que la industria de la corsetería ha generado desde entonces.
Al poco tiempo de vender su negocio, un fenómeno totalmente ajeno a la industria de la corsetería propició la expansión del sostén: tras entrar Estados Unidos en la I Guerra Mundial, el Gobierno hizo un llamamiento para que las mujeres donaran sus pesados corsés metálicos, con los que se construirían naves de guerra. Nada menos que 28.000 toneladas de metal pasaron de las alcobas de las estadounidenses a las fundiciones de la guerra.
Ida Rosenthal, emigrante judía de origen ruso, que encontró en la creación del inédito tallaje de los sostenes su sueño americano. Tras un concienzudo trabajo en el que midió el pecho y la espalda de centenares de mujeres de todas las edades, Rosenthal estableció un sistema de tallas tan efectivo y práctico que aún hoy sigue vigente.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por la información, me sirvio mucho para mis clases...

Anónimo dijo...

gracias por la información me sirvio mucho....
saludos