
Los síntomas principales son: roncar excesivamente, dormir mucho durante el día, insomnio, dolor de cabeza al despertar y disminución de la memoria y concentración. “La apnea del sueño es una enfermedad donde hay episodios de asfixia y micro despertares”, señala el doctor Gustavo Medrano, neumonólogo de Servicios Respiratorios K26, quien explica que durante el evento apneico la persona es incapaz de inspirar el oxígeno y exhalar el dióxido de carbono, y como consecuencia en su sangre hay concentraciones bajas de oxígeno y altas de dióxido de carbono. Esta situación le avisa al cerebro que debe reanudar la respiración, con lo que la persona se despierta.
Cada vez que el individuo despierta, se manda una señal desde el cerebro a los músculos de las vías respiratorias altas para que abran la vía aérea; la respiración se reanuda, a menudo con un sonoro ronquido o un jadeo. El despertar frecuentemente, aunque es necesario para que se reinicie la respiración, impide que la persona tenga un sueño profundo y reparador. Como consecuencia esta persona se levanta cansada y tiene un bajo rendimiento intelectual.
La apnea del sueño no solo permite que la persona no tenga un sueño reparador, esta enfermedad suele ocasionar problemas como: hipertensión arterial, enfermedades coronarias, accidentes cerebro vasculares, daños cardiovasculares, entre otros. El 45% de las personas que tienen apnea padece alguno de estos problemas.
Para conocer si se padece la enfermedad y en que nivel se encuentra la persona, existe el laboratorio del sueño, donde se registra todo lo inherente al sueño y se lograr definir el nivel del sueño y el comportamiento biológico. Cuando la persona ingresa a este laboratorio se le realiza un estudio donde se le realizarán registros electroencefalográficos, respiratorios y neumológicos. El paciente duerme en el laboratorio durante ocho horas conectado a un polisomnógrafo que registrará mediante una serie de sensores factores tales como su ritmo cardíaco, respiratorio, movimientos oculares y físicos, respuesta cerebral, etc.
Para conocer si se padece la enfermedad y en que nivel se encuentra la persona, existe el laboratorio del sueño, donde se registra todo lo inherente al sueño y se lograr definir el nivel del sueño y el comportamiento biológico. Cuando la persona ingresa a este laboratorio se le realiza un estudio donde se le realizarán registros electroencefalográficos, respiratorios y neumológicos. El paciente duerme en el laboratorio durante ocho horas conectado a un polisomnógrafo que registrará mediante una serie de sensores factores tales como su ritmo cardíaco, respiratorio, movimientos oculares y físicos, respuesta cerebral, etc.
“Lastimosamente, la apnea del sueño no tiene cura, lo que existe es un equipo llamado CPAP (Continuous Positive Airway Pressure) que suministra aire a una determinada presión a las vías respiratorias a través de una mascarilla o de un dispositivo nasal. Esencialmente su funcionamiento consiste en un equipo compresor que insufla aire en las vías respiratorias para evitar su obstrucción. Este aparato es recomendado para aquellas personas que tienen un nivel moderado y grave. Su uso debe ser obligatorio durante todas las noches. .
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